La familia en su proceso evolutivo, presenta
una gran cantidad de matices, que van desde los suaves hasta los intensos;
desde los claros hasta los obscuros y pasa por toda la gama del arcoiris
en su tránsito por la tristeza y la felicidad.
La adaptación, como resultado de la interacción, depende de la fase del ciclo que atraviesa la familia, en cada una el sistema familiar tiene que dar una respuesta congruente a las demandas que vienen del ambiente y a las exigencias derivadas del dinamismo interno de crecimiento que afecta a cada miembro.
La etapa de la vejez es particularmente
difícil ya que señala las siguientes tareas:
- Afrontar las pérdidas (amigos, cónyuge) y enfrentarse a la posibilidad de la propia muerte o incapacidad.
- Incorporarse a otro sistema familiar o social
En el mundo occidental, donde se enfatiza
el campo científico versus el campo teológico (Toynbee, 1968),
trae como consecuencia un empobrecimiento de las creencias conceptuales
profundas, sostén filosófico y religioso que ayudaba al hombre
a trascender su muerte personal. Así empezaron los tabúes
acerca de los procesos de la muerte y del duelo. La muerte y sus concomitaciones
se "aislaron" de sus cualidades ritualísticas vivenciales y solo
así entraron en la era despersonalizada de la tecnología
(Weisman, 1975).
Hasta hace poco se habían hecho
pocos estudios sobre la muerte, Kübler-Ross (1969, en Craig, 1990),
fue uno de los primeros autores que investigaron sobre este tema. Centró
sus estudios en situaciones en las que la muerte pasa a ser una posibilidad
inmediata, es decir cuando se descubre la presencia de una enfermedad mortal.
Así distinguió cinco etapas en el proceso de hacerse a la
idea de la muerte:
- Negación
- Ira
- Negación –racionalización
- Depresión
- Aceptación.
Cuando un anciano(a) pierde a su cónyuge
de casi toda la vida, es frecuente que presente niveles de depresión
importante, sin embargo la mayoría de las mujeres ancianas que hemos
asistido en la consulta privada, retoma con más facilidad las riendas
de su vida; mientras que al anciano varón le resulta más
difícil integrarse a otros subsistemas de apoyo y compañía.
Sin embargo cuando llegan a sufrir la
muerte de algún hijo, sobre todo si cumplía funciones de
sostén importantes, son las mujeres quienes presentan aparentemente mayor dificultad para
superar el dolor.
En los procesos relacionados al duelo
y sus efectos intervienen: la etapa de desarrollo individual-familiar,
el medio ambiente, la experiencia de vida y las actitudes de los familiares
(Durán, 1991); puesto que el duelo es la vivencia penosa y dolorosa
que causa todo lo que ofende a nuestro impulso vital. En el anciano se
conjugan una serie de "duelos": En primer lugar la pérdida de uno
mismo en el envejecimiento, pérdida de cabello, de capacidad física,
de memoria y lucidez. En segundo lugar, la pérdida de estatus en
la familia o en el ámbito laboral ante el empuje normal de la juventud
o la generación posterior y en un tercer espacio, todo el sistema
de creencias desfavorables o negativas sobre la muerte; apoyadas en algunos
sectores de la población por una carencia de valores y apoyos emocionales
y espirituales.
Es necesario prestar la atención
debida a la Tanatología, ya que la muerte es un fenómeno
de todas las estaciones de la vida humana. Esto quiere decir que su fuerza
directiva está presente en todos nosotros, sanos y enfermos, jóvenes
y viejos. Por tanto se deben analizar y reformular las connotaciones negativas
de la muerte ya que suelen asociarse con sentimientos de desarraigo y de
enfrentamiento a lo desconocido.
Cuando el anciano está ante la
muerte, está básicamente comunicando su necesidad de un cuidado
asegurado, que comprende la satisfacción de sus necesidades psicosociales
y emocionales. Si el contexto social (familia, profesionales de la salud
física y psicológica, figuras y apoyo espiritual) cubren
esta necesidad, aparece, generalmente un comportamiento afectivo y responsable
y un aumento de la capacidad para participar en decisiones referentes a
sí mismo.
De esta manera, el anciano se encuentra en la posibilidad
de transitar hacia la muerte con toda la dignidad que merece como ser humano.